¿A los abogados no les gusta la innovación? Una perspectiva histórica

Los abogados estadounidenses han sido históricamente reacios a los grandes cambios, lo que hace especialmente interesante la reciente innovación en el sector jurídico.

El auge de una nueva clase de abogados innovadores y bufetes expertos en tecnología se entiende comúnmente como una disrupción en el sector legal. Los artículos de Forbes constatan la sorpresa, con títulos como "La innovación jurídica ya no es un oxímoron". Sin embargo, en la actualidad, el gasto medio en tecnología es de 240.000 dólares y los abogados trabajan para aumentar "la automatización de las tareas rutinarias, mejorar los procesos de trabajo y apoyar el análisis de datos que permitan mejorar la analítica de datos", según un estudio de HBR Consulting.

La Universidad Estatal de Michigan ofrece a sus estudiantes de Derecho una clase en la que utilizan estrategias de liderazgo ágil para solucionar problemas de automatización en el sector jurídico, y grandes departamentos jurídicos de empresas como el de NetApp han impulsado recientemente la automatización del flujo de trabajo como prioridad clave. Sin embargo, si analizamos más detenidamente la disposición de los abogados y los tipos de innovación que practican, conviene plantearse si la innovación perturba el sector o forma parte de su evolución natural. ¿Son los abogados realmente adversos al cambio, o es nuestro lenguaje en torno a la innovación lo que la hace parecer tan novedosa?

Los menos propensos a la revolución

En La democracia en América, Alexis de Tocqueville elogia a los abogados como el más poderoso contraveneno contra los excesos y las pasiones de la democracia y, como tales, los menos propensos a la revolución. Escribe extensamente sobre su naturaleza conservadora: "En América no hay nobles ni literatos, y el pueblo tiende a desconfiar de los ricos; por consiguiente, los abogados constituyen la clase política más elevada y la parte más cultivada de la sociedad. Por lo tanto, no tienen nada que ganar con la innovación".

Los abogados, con su reverencia por la ley y su aristocrático amor por el orden, estarían especialmente cualificados para mantener el orden entre un pueblo amante de la libertad: "Cuando el pueblo estadounidense se embriaga de pasión o se deja llevar por la impetuosidad de sus ideas, es frenado y detenido por la influencia casi invisible de sus asesores jurídicos". El conservadurismo de los abogados proviene de varios lugares.

En primer lugar, Tocqueville escribe que los hombres que estudian derecho se predisponen a "ciertos hábitos de orden, un gusto por las formalidades y una especie de consideración instintiva por la conexión regular de las ideas". Estas características hacen que los abogados sean naturalmente muy hostiles al espíritu revolucionario y a las pasiones irreflexivas de las multitudes."

El estudio riguroso de las leyes se ve agravado por la forma en que los abogados argumentan los casos: El Derecho estadounidense se deriva del estudio de los precedentes. Naturalmente, estos precedentes hacen que la abogacía sea inaccesible para los profanos. En Francia, a diferencia de Estados Unidos, las leyes no se determinan en función de lo que se ha hecho, sino de lo que "debería haberse hecho". Por ello, los casos franceses pueden ser entendidos por todo el mundo y los abogados franceses no están separados en una clase tan diferenciada como los abogados estadounidenses. [1]

¿Qué impulsa las innovaciones tecnológicas en el ámbito jurídico?

La afirmación de Tocqueville sobre la naturaleza antirrevolucionaria de los abogados es interesante a la luz de los crecientes "disruptores" en la industria legal. En ThinkSmart, nuestro enfoque transformacional de esa industria nos obliga a considerar no solo cómo estamos cambiando la forma en que funcionan las operaciones jurídicas, sino cómo esto es una representación de los cambios fundamentales en la sociedad estadounidense.

El comentario de Tocqueville sobre los abogados está incluido en un capítulo titulado "Causas que mitigan la tiranía de la mayoría en Estados Unidos"; los abogados son uno de los antídotos contra los problemas de la democracia, junto con un gobierno local fuerte y el juicio por jurado. Desde entonces, no sólo nos hemos enfrentado a preguntas como "¿se está convirtiendo, entonces, la profesión en un negocio?", sino que nos hemos dado cuenta de que, hoy en día, el trabajo jurídico lo realizan a menudo trabajadores de la información, no abogados.

Cuando llegamos a comprender el papel de los trabajadores de la información en el mundo jurídico actual, la introducción de nuevas tecnologías y trucos para ahorrar tiempo empieza a tener más sentido. Aunque Tocqueville sólo calificaría de verdadera revolución un cambio violento de régimen, el mundo de las operaciones jurídicas está experimentando sin duda algunas transformaciones drásticas.

Esos cambios implican la llegada de tecnologías que permiten una mayor eficiencia y productividad, por supuesto, y que proporcionan una base empresarial convincente para que los profesionales jurídicos adopten plataformas como la automatización del flujo de trabajo.

[1] "El abogado francés es simplemente un hombre que conoce ampliamente los estatutos de su país; pero el abogado inglés o americano se parece a los hierofantes de Egipto, pues como ellos es el único intérprete de una ciencia oculta."